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de Pedro Avellaneda

En esta exposición podemos constatar que su producción continúa siendo fiel a su trayectoria artística, esto es, en su estética valoramos profundamente la intima relación que existe entre la percepción de las emociones íntimos y libre, con el ingenio de la pluralidad de lo observable. Su pintura no es de masas, ya que en todos sus cuadros respiramos su propio yo, su vocación, su buen gusto, cualidades que transmiten y comunican siempre un mensaje lleno de sentimientos a los que los contemplan.

Sus obras animan a la sensibilidad, a la armonía, pues, en sus equilibradas composiciones se conjuga su experiencia artística, el conocimiento de la pintura y su temperamento peculiar, así podemos entender la variedad temática que presenta en esta exposición, desde argumentos oníricos, cargados con tintes psicológicos, hasta la pintura de paisaje y representaciones preciosistas de objetos inanimados, como medio de expresión personal.

Ajeno a lo que se lleva o no, las creaciones de Pedro Avellaneda están por encima de cualquier academicismo delimitado, pero sin desligarse nunca de la realidad que impera en el mercado. El arte, la pintura concretamente es para él parte esencial de su vida. No puede concebir su existencia sin llevar a sus manos un pincel y plasmar en un lienzo sus pasiones y apetencias, siempre con su típica impronta tan ingrávida, los contornos sinuosos, sus equilibradas composiciones que nos hacen reconocer en cada uno de sus cuadros su estilo sereno y de alta calidad.

Amante del teatro, de la poesía y ante todo paisajista vibrante, nos descubre en sus lienzos la esencia de la pintura, sin detenerse a propósito en los menores detalles.

A través de su pintura luminosa, colmada de una amplia gama cromática que engloba desde tonalidades azules, grises, verdes hasta las granas, vamos aprendiendo que la Naturaleza es sinónimo de luz y color.

Ana Mª Ruíz Lucas
(Recuerdo de mi Amiga, Pedro Avellaneda)

Horario de visitas: De lunes a domingo de 18:20