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Aquarium, de Lucas Brox

Fundación Cajamurcia 0 1970

El Mar, los peces, siempre han sido caldo de cultivo para mitos y leyendas:

Entre los egipcios, se consideraba al pez como imbuido y revestido de cierto temor y misterio; además, se le tenía por un animal sagrado y, en algunos casos y épocas, los sacerdotes debían abstenerse de comer pescado y, al propio tiempo, practicar el ritual adecuado para su adoración.

Entre los fenicios, asirios y algunas civilizaciones del lejano oriente, el pez aparece asociado a la fertilidad y a la procreación, debido al elevado número de huevos que deposita en sus puestas.

Para los astrólogos, el pez se halla relacionado con el duodécimo y último signo del zodiaco, es decir, con Piscis, el cual es un signo variable, de naturaleza imaginativa y emotiva que tiene por elemento al agua.

Entre los indios del Perú es muy común adorar a los peces que más abundan en sus redes y, al propio tiempo, mantienen la creencia de que el primer pez fue creado en el espacio y que de él nacieron todos los demás peces de su especie y, también, todas sus crías para, así, procurar el alimento para su pueblo. Al cristianismo primitivo le sirvió para expresar su salida de las catacumbas y el nacimiento de una nueva era.

Actualmente, para proyectarnos en el universo, buscamos trazas de agua y seres protozooicos en los planetas que vamos descubriendo. En definitiva, agua y peces como signo de la profundidad, de lo oscuro y primigenio, y de su regeneración en vida a través de la luz.

No es extraño, por tanto, que esta temática haya sido en muchas ocasiones objeto de la pintura. ¿No es el arte pictórico, de alguna manera, una sintética y alusiva representación de esta regeneración de vida y movimiento que produce en las profundidades la luz del sol y que se expresa en ráfagas de color y de formas?

Desde luego lo es en la obra de Lucas Brox, pintor murciano, relativamente joven para los temas que aborda con su pintura, que en unas ocasiones ha sido tachado de ‘oscuro’, en otras de neorromántico impresionista; siempre de figurativo, aunque nunca de realista; o también de neoexpresionista, o de ‘baconiano’. En fin, calificado desde muchos y variados enfoques. Por lo que sé de él, todos ellos están justificados y no son desacertados; pero se quedan, cortos, o si se quiere, demasiado largos.

Considero que la obra de Lucas Brox es, ante todo, una pintura viva; quizás todavía algo revuelta, aún poco asentada y sin un objeto definido, pero siempre viva: Pintura auténtica en el sentido que antes comentaba, como representación y exorcismo de sentimientos y emociones que salen a la luz desde sus miedos o deseos más profundos.

Por todo ello, y porque creo que pueden contemplar algo nuevo e interesante, les invito a sumergirse en esta exposición como el que lo hace en un gran e íntimo Acuario: Dejándose traspasar por ráfagas de color, emociones y sentimientos que quizás se asemejen también a los suyos. Y más, cuando tienen la oportunidad de entrar a la sala de exposiciones oliendo el salitre de la mar que acaricia dulcemente a esta ciudad de Águilas.

Horario:
De 18:30 a 21:30h.