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Rupestre. Los primeros santuarios

Fundación Cajamurcia 0 3620

En 1998 la UNESCO incluye el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica en su prestigiosa lista de Patrimonio Mundial, en un acto que tiene lugar el 4 de diciembre en la ciudad japonesa de Kioto. Con este reconocimiento, se ponía en valor un legado cuya investigación en Alicante, por pionera, había sido concluyente. Afectaba a las manifestaciones artísticas de 6 Comunidades Autónomas, vinculadas por la presencia en su territorio de motivos de Arte Levantino: Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana, Castilla –La Mancha, Región de Murcia y Andalucía.

Ahora, veinte años después y en conmemoración de esta efeméride, se materializa la exposición RUPESTRE. Los primeros santuarios, con la que el MARQ rinde su particular homenaje a cuatro décadas de investigación, conservación y puesta en valor del arte rupestre en Alicante.

Aunque los primeros testimonios de arte rupestre en Alicante se remontan a 1922 con la publicación por parte de Daniel Jiménez de Cisneros de los motivos de la Peña Escrita de Tàrbena, se cuentan con los dedos de una mano los descubrimientos previos a 1980. En julio de ese año se produce el descubrimiento del santuario de Pla de Petracos (Castell de Castells), significando el arranque de un proceso de investigación y descubrimiento que a día de hoy ofrece dos centenares de abrigos con arte rupestre prehistórico.

De ese esfuerzo de prospección y localización de enclaves con arte rupestre resultan protagonistas principales el Centre d’Estudis Contestans y el Profesor Mauro Hernández, quien dirigiría los trabajos de investigación que han procurado la distinción en Alicante de 4 tipos de manifestaciones artísticas, dadas a conocer hace treinta años, con la publicación del volumen Arte Rupestre en Alicante (1988).

Este gran conjunto de yacimientos con arte que, cuatro décadas después del descubrimiento de Pla de Petracos, se conoce en Alicante no refleja solo un titánico esfuerzo de prospección en el medio montañoso de las comarcas -l’Alcoià, El Comtat, La Marina Alta y la Marina Baixa-, sino que detrás también ha habido un dilatado programa de investigación que ha permitido comprender las imágenes plasmadas y contextualizarlas en la Prehistoria peninsular dejando, como es normativo, algunas respuestas y un sinfín de preguntas abiertas. De este modo se han publicado centenares de artículos de investigación que han profundizado en esta temática; se ha impulsado la realización de reuniones científicas como aquella del Arte Rupestre en la España Mediterránea de octubre de 2004, congregando en el MARQ a numerosos representantes de las seis Comunidades Autónomas que consiguieron coordinarse para lograr el reconocimiento de Kioto.

Se cumplen también ahora veinte años desde la apertura al público de Pla de Petracos, una obra que se inauguró el 2 de marzo de 1998, consiguiéndose el primer abrigo vallado con información para el visitante en la provincia de Alicante. Su ejecución implicó al Museo Arqueológico Provincial y al Área de Arquitectura de la Diputación de Alicante, quedando luego comprometidos en el mantenimiento, cuidado y difusión de la infraestructura y sensacional contenido, para dotarla en 2003 de un centro de interpretación localizado en el Ayuntamiento de Castell de Castells, renovado en 2016.

Desde entonces la Diputación de Alicante -mediante el MARQ y el Área de Arquitectura- se ha implicado en nuevos proyectos de puesta en valor, como el que en la Vall de Gallinera afecta a los emplazamientos de Benialí IV y Benirrama I, o el que atiende y se prepara para la Cova de l’Or de Beniarrés. Con perspectiva todos los profesionales que, en mayor o menor medida, han prestado su atención al Arte Rupestre pueden estar satisfechos del camino andado. Eso no significa obviar las dificultades que ha habido a lo largo del proceso de investigación y de protección de este legado. Nunca deberá olvidarse la sustracción de cinco pinturas de la pared del Abrigo de Benirrama en mayo de 1993 por parte de delincuentes que se valieron de una sierra radial. Esperando que algún día aparezcan, aquel suceso marcó la política de conservación, protección y puesta en valor de un legado sumamente frágil, cuya protección solo es efectiva si se genera conciencia en una doble dirección: haciendo que la ciudadanía lo tenga como propio y difundiendo su importancia, educando a los más jóvenes.

El paso del tiempo se mide en lo tecnológico. La cámara digital, los programas de tratamiento de imágenes y la prohibición de tocar la superficie dejan atrás los calcos en papel celofán apoyados sobre la pared del abrigo, luego pasados pacientemente al vegetal con finos y precisos estilógrafos. Auténticas obras de arte, tanto por lo que transmiten, como por la precisión con la que se elaboraron. Los últimos, los que en 2006 hizo el Centre d’Estudis Contestans en el Abrigo de Cabeçó d’Or de Relleu se presentan en esta exposición. En los últimos años un nuevo proyecto, ahora vinculado a la Administración Autonómica y dirigido desde la Universidad de Alicante por Mauro Hernández, Virginia Barciela y Gabriel García permitió volver a visitar los emplazamientos con arte de la Comunidad Valenciana. Valiéndose de nuevas tecnologías los abrigos y cuevas fueron situados con precisión y se completó una documentación magnífica y merecedora de una exposición de primer nivel.