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Los dos hijos menores del mítico Enrique Morente, Soleá y José Enrique, herederos del rico patrimonio de su desaparecido padre, flamenco y vanguardista al mismo tiempo, desarrollan una carrera personal que ya cuenta con hitos importantes.

Soleá se declara “flamenca”, aunque no cantaora, y su discografía otea por diversos estilos musicales. José Enrique se atiene más a los límites del flamenco, aunque con la libertad que aprendió del magisterio de su padre. Cada uno hará una parte con su estilo propio para finalizar con varios temas conjuntos en lo que se convertirá en un homenaje al genial progenitor. El espectáculo, pensado en exclusiva para la Cumbre, se convierte por tanto en un estreno del festival murciano.

Se trata de un proyecto en el que los dos hermanos inician un paseo por el concepto de ‘la tradición – traducción’. Un espectáculo en el que Kiki Morente inicia un recorrido por los cantes antiguos tradicionales del flamenco, acompañado de la guitarra flamenca de Daniel Jiménez, en el que se irán incorporando músicos, como el bailaor y percusionista Pedro Gabarre. Soleá Morente ofrece un repertorio basado en su primer disco “Tendrá que haber un camino”, un viaje en el que partiendo de la raíz del flamenco y la canción clásica se decide a explorar nuevas texturas y sonidos, como puede ser el del rock o incluso la electrónica. Tanto Soleá como Kiki se unirán fundiendo sus propios universos en uno solo que es el de la música y la libertad.

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