Paisaje de montaña con mulas, Joost De Momper El Joven y Jan Brueghel El Viejo
Típico paisaje con figuras de Joost de Momper, donde la amplia panorámica de la campiña adquiere una dimensión cósmica admirable. La concepción del paisaje se distribuye en distintos planos hacia la lejanía hasta fundirse la tierra con el azul del horizonte. El primer término lo ocupan, de izquierda a derecha, construcciones de una villa a contraluz, dos lugareños descansando en el camino, el encuentro de dos personajes a caballo en animada charla y un mendigo tullido suplicando limosna, sentado ante la monumental roca que domina en vertical el borde derecho del lienzo. Una visión de la vida cotidiana propia de la pintura de género del momento. En el segundo plano se vislumbra una casa solariega con distintos personajes en sus inmediaciones, animales que se entrecruzan y campesinos con mulas dirigiéndose hacia el fondo para adentrarse en el valle por el que trascurre una corriente de agua. Bosques y poblados salpicados en la planicie se suceden en lontananza hasta las faldas de una cordillera azulada que se funde en el horizonte con el amarillo del cielo al atardecer. Concebido como las bambalinas de un teatro, el pintor sitúa las sombras oscuras a contraluz en primer término para continuar con sucesivas secuencias hacia el fondo, en una perspectiva escalonada con distintos tonos de color, que obliga al espectador a perderse en la lejanía cósmica de la tierra.
Momper consigue en esta pintura dar vida a la naturaleza por medio de la luz, desplegando una destreza difícil de lograr por los artistas de su tiempo. Si el estudio de la luz es excepcional, no lo es menos la técnica, de una pincelada libre y fluida, de gran modernidad. Esos toques triangulares y densos, tan característicos de su estilo, los usa el pintor para crear la perspectiva aérea en el fondo y el modelado de la campiña en los planos intermedios. El esquema general y recursos como el tronco roto o las rocas en primer término se repiten con frecuencia en las composiciones de su obra juvenil, como vemos en algunas pinturas conservadas en el Museo del Prado, el Kunsthistorisches Museum de Viena, la Galería Nacional de Praga o en la Brod Gallery de Londres. Análoga y con el mismo perfil montañoso es la versión de la antigua colección Hallwyl (Estocolmo), también en colaboración con Brueghel.
Persiste en la pintura de la colección Gerstenmaier el punto de vista alto y el esquema convencional de componer mediante tres colores, marrón, verde y azul con un primer plano oscuro, pero la representación más realista del paisaje y la factura vigorosa, impresa a plena pasta, responde a la estética de la escuela de Amberes que el artista cultivó en la década de 1620.
Klaus Ertz la considera obra de Momper con la participación de Brueghel en las figuras en el espacio, colaboración frecuente entre los pintores flamencos. A nuestro juicio, la uniformidad lograda hace difícil distinguir la mano de los dos maestros. Procedente de la colección del duque de Hamilton, de Edimburgo, la pintura se adquirió en Madrid, en 2009, siendo presentada al público en febrero de 2010, en la exposición que tuvo lugar en el bello marco del Palacio de los Serranos en Ávila.
Inmaculada Alonso Blázquez
La obra puede contemplarse dentro de la exposición “De Rubens a Van Dyck, buscar la pintura y hallar la poesía”