Un paseo por la exposición «Irán. Cuna de civilizaciones»
Coincidiendo con la inauguración de la exposición «Irán. Cuna de civilizaciones» nos gustaría que nos acompañaras en un pequeño recorrido sobre que podemos encontrar en las distintas salas del MARQ en esta magnifica exposición:
SALA 1
Nos recibirá con un primer ámbito tras una introducción al Paleolítico que recoge los testimonios de los primeros homínidos del Paleolítico inferior neandertales y sapiens en el área, con las piezas que afectan el desarrollo neolítico, desde el 8500 al 5000 a.C., destacándose una escultura zoomorfa en barro y útiles en hueso, de los que sobresale por su significación el mango de una hoz y una flauta. La colección de recipientes es de una enorme calidad, destacando los vasos cerámicos con decoración geométrica. A partir del 5000 a.C. empezaron a desarrollarse canales de riego, incrementándose la producción y sentándose las bases de una mayor complejidad social, bien evidenciada en los elementos materiales. Son los tiempos de la Edad del Cobre Iraní (5500-3300 a.C.), cuando surgen las primeras ciudades de las que Susa es ejemplo principal. Muestras de esa producción metálica son un molde cerámico y un crisol con restos de cobre. Un fragmento escultórico con un águila grabada destaca entre la cuidada producción cerámica pintada del V milenio a.C.
El desarrollo cultural de la Edad del Cobre culmina con la aparición de la escritura, ofreciendo una serie de ejemplos de tablillas con caracteres cuneiformes. Cilindros en piedra para imprimir textos y escenas figurativas, y una bola de arcilla (3200 a.C.) para el mismo fin, que se acompaña de un video que nos ilustrará sobre el secreto que incluye en su interior hueco, consistente en tres amuletos.
Susa se reconoce como capital del llamado Imperio Elamita (2700-1120 a.C.), cuando se trabaja plenamente el bronce. Muestra de esa sofisticada metalurgia son las hachas metálicas con decoración geométrica, las dagas y las espadas, las horcas, los espejos y los platos de bronce, uno de ellos con peces y otro con una serpiente en relieve, con los que cuenta la muestra. De ésta época destacan, un peso y distintos recipientes en piedra, que forman parte de la exposición, caracterizados por una rica decoración zoomorfa o geométrica. Son manufacturas muy delicadas, llamando la atención un vaso portador de cosméticos, una sugestiva figura femenina labrada en alabastro y un atractivo conjunto de adornos elaborados en oro martilleado, o piedras labradas de distintos colores, con las que se consiguen cuentas que componen preciosos collares. Un azulejo con inscripción sagrada sirve para evocar la arquitectura, al vincularse con la cúspide de un zigurat de más de 50 m de altura, referenciándose un hecho histórico del 1300 a.C. en un ladrillo con inscripción cuneiforme. Dos soberbios recipientes en oro localizados en el cementerio real de Marlik se vinculan a la cultura de la Edad de Hierro del final del segundo milenio y principios del primero a.C. en el suroeste de la cuenca del Caspio.
Esta cultura fue contemporánea al periodo Elamita. Se acompañan de ejemplos de una fina joyería aurea – una daga, pendientes, broches, collares, un asa o mango y una pipa- y argéntea, mostrándose un recipiente de plata y un soberbio ritón con un prótomo de cáprido hallado en la Cueva de Kalmakareh.
Los finos vasos cerámicos con decoración pintada disponen de puntos salientes para verter líquidos, mostrándose composiciones escultóricas: cerámicas de hombres con animales portando jarros, cuando no figuras aisladas, destacando los bóvidos con cuernos o un vaso en forma de zapato, así como un impactante cofre pétreo con una inscripción. Otra en lengua asiria sobre tableta de arcilla (660-645 a.C.) marca la cronología del sometimiento del mundo elamita.
SALA 2
Dedicada a la parte central de la exposición que atiende el periodo denominado la Edad de Oro. En dónde contemplar realizaciones propias del poder de la dinastía aqueménida (550-330 a.C.), cuando el pequeño reino de Persia se convierte en un gran imperio, alcanzando su máximo esplendor con Darío I (521-486 a.C.) y se erige Persépolis.
Ahora la joyería áurea alcanza su zenit con collares con piezas de ágata u ónice engarzados con oro, brazaletes con gemas, colgantes manufacturados entrelazando finos hilos de oro, anillos, discos con motivos a base de minúsculas esferas fundidas, un brazalete con la inscripción de dos monarcas, y otro, igualmente macizo con dos cabezas de felinos hallado en Hamadán.
De oro son la escultura de animales como el toro que gira la cabeza, el ritón con cabeza de carnero de más de 300 gramos de peso hallado en Ecbatana, y el de cabeza de felino, de unos 2 kilos de peso, y que a criterio del Museo Nacional de Irán se erige en pieza principal de la Exposición. Un puesto que igualmente merece un ritón de plata culminado con un prótomo de caballo. Figuraciones tremendamente impactantes, como el peso pétreo con cabeza de felino, acompañan manufacturas propias del esplendor palaciego: un plato de oro, un candelabro y un espejo de bronce, o la vajilla de plata representada por una cuchara y un cuenco; o la de alabastro, de la que se dispone un plato. El poder militar se expresa con un espléndido brocado de caballo en bronce y un soberbio aplique de plata que se atribuye a las influencias del mundo escita.
Un fragmento de base de columna con inscripción nos sitúa en Persépolis. A partir de ahí nos acompañarán imágenes de lo que hoy constituye un impactante enclave arqueológico, que resta de la ciudad que en 518 a.C., empezara a construir Darío I sin valerse de mano de obra esclava, que conoció más de un siglo y medio de esplendor. Con la réplica de la escultura del monarca que fundara la ciudad y dos relieves originales hallados en ese enclave con la representación de hombres de distintos pueblos que acuden a rendir pleitesía al monarca persa. Junto a una imagen de la inscripción monumental cuneiforme de Behistún que, por elaborada en tres lenguas: persa antiguo, elamita y babilonio, fue decisiva para descifrar estas escrituras antiguas. Considerada Patrimonio de la Humanidad, Persépolis proclama los logros de Darío antes de su acceso al trono, y la inscripción Behistún se acompaña de un conjunto de figuras en bajorrelieve que representan a los que conspiraron para usurpar el trono aqueménida.
SALA 3
Tras la llamada Edad de Oro queda lo que se considera el Renacimiento de Persia, después del dominio de los Seléucidas, herederos de Alejandro y el Imperio Parto contemporáneo a Roma. Como elementos narrativos del ocaso aqueménida y consiguiente dominio seléucida, la colección dispone de una jarra de plata (330-250), muestra del dominio griego de la antigua Susa, una escultura en bronce de Demeter y una cabeza de piedra localizada en Bard-e Neshandeh, al parecer donada a un templo por un parto. Acompañadas aquí con la reproducción de la escultura del Príncipe de Shami, buen ejemplo de la imaginería de los partos, un pueblo iranio originario de la sátrapa de Partia y que alcanza su plenitud antes del desarrollo sasánida.
Es el tiempo de los Sasánidas (224-651) una dinastía que hace de Ctesifonte su capital y que logra recomponer el antiguo imperio persa, controlando el paso de la Ruta de la Seda, alcanzado su mayor extensión con Cosroes II (590-628), poco tiempo antes del dominio del territorio por parte de los árabes a mediados del s. VII. Más desconocida en España, que la Persia de Darío, el nivel cultural del Irán sasánida ha sido equiparado al de Bizancio, influyendo sus realizaciones en la inmediatamente posterior cultura islámica.
El nivel de las piezas es muy notable, mostrándose una selección de realizaciones argénteas y broncíneas de gran belleza como una horca de plata con cabeza de carnero, hermosos platos con figuraciones zoomorfas y antropomorfas y una lámpara de aceite. Se disponen también de jarras y frascos de vidrio para perfumes y una muestra de realizaciones orfebres con collares y pendientes de oro, y brazaletes de plata. Modelo de la religión que impulsara Zoroastro es un busto de estuco localizado en un templo vinculado a ese culto. La exposición culmina en la Sala 3 con una muestra del Irán islámico. Tras el dominio árabe quedaron fuera de control del Califato de Bagdag reinos independientes en el territorio del Irán, como el que hizo su centro en la provincia de Jorasán. Tras el renacimiento de la cultura persa bajo la égida de los Samaníes en el s. X, un breve dominio turco da paso nuevamente a dinastías propias de Irán, como la de los Jarezmshahíes que sucumbe al ejercito mongol de Gengis Khan, y más tarde las sucesivas dinastías de raigambre mongola —destacando aquí la figura de Tamerlán—, quienes dominarían el territorio entre 1.370 y 1.501. A inicios del s. XVI la dinastía safaví se implanta en el territorio, logrando un estado persa unificado e independiente, estableciendo el islam chiita como confesión oficial.
De este bloque final destacan los platos de cerámica vidriada y los recipientes de vidrio, sobresaliendo un caldero de bronce elaborado en torno al 1.100. De la dinastía mongol timúrida es una lámpara de aceite (c. 1400), mientras que del reino safaví se muestra un incensario de bronce (c. 1500) y un ejemplar del Corán. Ejemplos del esplendor safaví son las excelentes porcelanas de origen chino reunidas por Abbas el Grande (1571-1629).
La exposición «Irán. Cuna de civilizaciones» se puede visitar en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARQ) del 14 de marzo al 1 de septiembre de 2019.